Elije tus Batallas

 


“La persona con quien te casas es la persona con quien vas a pelear. […] Cualquier cosa que te haga sentir bien, inevitablemente te hará sentir mal” -Mark Manson.

Vamos dejándolo claro de una vez: la relación perfecta no existe. No importa si estás con la pareja de tus sueños, con la persona que siempre quisiste estar, con tu alma gemela; siempre van a existir roces y malos entendidos. Y la razón es simple: una relación es de dos. Dos individuos totalmente independientes con distintos gustos y formas de pensar. Quien busque una relación donde no exista el conflicto, está destinado a la frustración —y quizás a la soledad—. Sin embargo, se puede trabajar en la forma de enfrentar los malos entendidos, pues los problemas no siempre son los mismos. Vamos, que es muy diferente descubrir que tu pareja te está engañando a descubrir que dejó el asiento del inodoro levantado, ¿no? Es por eso que debes elegir tus batallas.

Yo soy una persona que evade el conflicto. Quizá demasiado. Y con el tiempo tuve que aprender que, en la vida como en la pareja, hay conflictos que no se pueden evadir, pero también aprendí que hay conflictos que se pueden elegir.

Por qué elegir tus batallas

Como mencioné al principio, no todos los conflictos de pareja son iguales, es por eso que debemos de categorizar y priorizar los malos entendidos conforme a la magnitud que tienen en el bienestar de la relación.

Supongamos que tu pareja olvidó lavar los trastes y es tu turno de cocinar. Tenías planeado cocinarle una cena especial para celebrar su ascenso y ya tienes todos los ingredientes listos y el vino se está enfriando en la nevera. ¿Vale la pena pasar un mal rato echándole en cara lo sucia que está la cocina y lo perezoso(a) que se ha vuelto? ¿No crees que sería mejor pedirle que lave los trastes mientras que tú cocinas? O quizá podrían llegar a un acuerdo en el que tú limpiarás la cocina siempre y cuando él o ella limpie y recoja acabada la cena. Suena mejor, ¿verdad?

Ahora, supongamos que descubres que tu pareja ha estado apostando el dinero del ahorro que han hecho juntos a tus espaldas y ahora está en deuda con personas que no parecen ser muy amables. ¿Lo dejarías pasar por no discutir? ¿Te harías “de la vista gorda” y seguirías dándole tu dinero para que lo “administre”?

En el primer ejemplo, tener una cocina llena de trastes sucios no es un problema de gravedad que pueda afectar la relación, sin embargo, en el segundo ejemplo, las acciones de tu pareja pueden perjudicarlos a ambos y poner en riesgo su estabilidad económica y hasta su seguridad. Por eso, en primera instancia debes reconocer el asunto a tratar y pensar con la cabeza fría el impacto que tiene lo sucedido en la relación.

Cómo elegir tus batallas

Categorizar el problema al que te enfrentas con tu pareja requiere un ejercicio de reflexión. Para saber si vale la pena poner sobre la mesa determinado asunto, primero debes medir la magnitud de lo sucedido y evaluar en qué los afecta como pareja y en lo individual, y así poder identificar la importancia de atención que requiere ponerse. Si se trata de un problema pequeño, como que tu pareja deja el espejo del baño manchado de gotas de agua o deja la ropa tirada en el piso de la habitación, considera que una discusión puede evitarse hablando las cosas con claridad y llegando a acuerdos mutuos que permitan corregir la dinámica que está causando el problema. Si por el contrario, el tema es importante y puede causar daños a la pareja, a su estabilidad o a sus planes a futuro, siempre valdrá la pena poner el tema sobre la mesa. Ten en cuenta que es muy probable que se convierta en una discusión —aunque no siempre tiene que ser así—, ya que la mayoría de las personas reaccionan de manera defensiva ante una confrontación. En otras palabras: a nadie le gusta escuchar que está haciendo algo mal. Sin embargo, aunque la primera reacción de una persona ante el confrontamiento sea en actitud defensiva y se torne en una discusión, poner el tema sobre la mesa permitirá eventualmente una evaluación de lo sucedido e invitará a tu pareja a la reflexión y en el mejor de los casos solución oportuna del problema.

Asertivi...¿qué?

La asertividad debe ser primordial en el trato de los problemas con la pareja. Esto quiere decir que cualquier tema que se trate importa tanto como la manera y el momento en que se trata. Si tú eres una persona explosiva o de “cabeza caliente” y te enfrentas una potencial discusión, es posible que el enojo que sientes en el momento sea desproporcionado respecto a la magnitud del problema, esto puede ocasionar que digas o hagas cosas de las cuales te puedes arrepentir una vez pasado el momento. ¿Alguna vez te has arrepentido por decir algo que no debías? Se siente una “cruda moral” horrible, ¿no es cierto?

Si eres de esas personas, te recomiendo que trates de tranquilizarte y busques un momento adecuado en el que puedas afrontar a tu pareja respecto al problema. De preferencia debe ser un momento en el que estén ustedes dos solos y en un espacio íntimo que invite al diálogo. A veces, la magnitud del problema es tal que necesita ser atendido de inmediato, así que trata de tomar aire y de pensar con la cabeza fría para evitar que se convierta en una pelea explosiva y desagradable.

Respetar los espacios y momentos

Discutir con la pareja no es, en absoluto, un momento agradable. Sin embargo, en momentos como ese, se debe tener en cuenta por sobre cualquier otra cosa el respeto y el amor que se tiene por la otra persona. Es importante que cualquier discusión se trate de encausar hacia un momento de diálogo que permita resolver la raíz del problema. Pero en ese discutir, las emociones serán inevitables. Es entonces que se debe saber identificar cuando la discusión ha subido de tono para darse un respiro que permita que las emociones a flor de piel se tranquilicen antes de continuar.

Si tú o tu pareja suelen enojarse con facilidad, traten de identificar cuando alguno de los dos se está sintiendo que las emociones los rebasen y permítanse un momento a solas en el que puedan tranquilizarse antes de continuar hablando. Este momento y espacio deberá de ser respetado por la otra persona, así que si es tu pareja la que desea tomar este respiro, respeta su decisión y deja que las cosas se calmen un poco. Retomar el diálogo con tranquilidad permitirá llegar a mejores acuerdos y soluciones antes de que puedan afectar la dinámica en la pareja.

Llegar a acuerdos

Siempre que se libre una batalla en la pareja, toma en cuenta que debe ser en pro de mejorar la relación y corregir un problema ocasional o recurrente, es por eso que toda discusión debe estar encausada hacia un común acuerdo beneficioso para ambas partes. Recuerda: una pareja no es una lucha de poder. No se trata de librar batallas tú vs tu pareja, sino librar batallas de la pareja vs el problema. Algunas batallas deberán librarse más de una vez —créeme a mí, que he discutido con mi pareja el mismo tema más de lo que puedo contar—, y eso es normal. No esperes que con la primer discusión del problema se llegue a la solución. En el mejor de los casos así será, pero no te desanimes si tienen que hablar de lo mismo más de una vez, ya que a veces es necesario para aclarar por completo un tema determinado.

Evita a toda costa discutir con tu pareja si lo único que pretendes es probar un punto o hacer sentir mal a la otra persona. Si lo que para ti representa un problema no te afecta realmente ni a ti, ni a la otra persona, ni a ambos como pareja, entonces es una batalla que no debes de librar. En esos casos trata de encontrar los motivos por los cuales crees tú que representa un problema e identifica qué te hace sentir y por qué. Un claro ejemplo es el de la persona que no deja jugar videojuegos a su pareja. ¿El que juegue a los videojuegos te ocasiona un problema? ¿Es una amenaza para la pareja? ¿Es un vicio que le afecta en lo laboral? ¿O simplemente te molesta que esté haciendo algo que a ti no te gusta hacer? Si tu respuesta solo es afirmativa en la última pregunta, entonces debes de saber que lo que tú estás viendo como problema, en realidad no lo es, y debes de entender que tu pareja, como un ser individual independiente a ti, tiene el derecho de hacer las cosas que le gusten en sus ratos libres, y está en total libertad de tener sus pasatiempos siempre que no afecten a la pareja. Aun así, se pueden llegar a acuerdos donde se establezcan, siguiendo con el ejemplo, tiempos para las actividades a solas —tiempos donde tu pareja pueda jugar a los videojuegos mientras tú ves una película o lees un libro—, y tiempos para fortalecer la convivencia y la dinámica en pareja.

En Resumen

Ten presente en todo momento que una relación es de dos personas diferentes e independientes y que los conflictos serán inminentes, pero también, controlables. Recuerda que la pareja es un equipo, una sociedad, y todo equipo se debe apoyar mutuamente para lograr el bien común. Hagan equipo y arreglen sus problemas de la mejor manera.

  • Identifica y prioriza los problemas a afrontar.
  • Busca el momento y el espacio adecuado para confrontar a tu pareja.
  • Evita discutir en el momento si estás con las emociones a flor de piel.
  • Invita al diálogo y evita que las discusiones suban de tono.
  • Si es necesario, tómense un respiro durante la discusión y retomen el diálogo cuando estén más tranquilos.
  • Siempre, siempre traten de llegar a un acuerdo.
  • A veces será necesario discutir el mismo tema más de una vez, y es normal. Háganlo cuantas veces sean necesarias.
  • Ninguna discusión debe ser una lucha de poder. Siempre eres tú y tu pareja contra el problema.

Publicado originalmente en Va de Amores

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