"No puedo, tengo ensayo"

Hoy quise escribir acerca de mi experiencia en la música, pues verán, para mí (al  igual que para muchos, no lo dudo), la música es una parte muy importante de mi vida. No solo me ha servido para expresar sentimientos, sino que con ella he hecho amigos, he superado momentos difíciles y he trazado un proyecto de vida alrededor de mis diferentes experiencias en el arte melódico.

De niño, la música fue un tema más de los cuales se hablaba sin mucha importancia. Aún recuerdo con nostalgia que mi canción favorita a mis 10 - 11 años fue Kilómetros de Sin Bandera, canción que cantaba a todo pulmón cuando salía en la radio. Por esos tiempos la música representaba para mí un lazo de unión con mis hermanos, pues aún recuerdo como nos juntábamos en las noches de verano a escuchar la radio y cantar.

En la escuela primaria y secundaria siempre tuve una clase de música, y llegué a tocar un poco de guitarra y flauta dulce, sin embargo no me gustaba hacerlo y no era muy bueno en ello, hasta que en tercero de secundaria se abrió la posibilidad de incluir percusiones en la clase de música, y fue allí donde supe que lo mío lo mío, era el ritmo. Ese último año de secundaria toqué con bongos en la clase de música y poco a poco me fue gustando más eso de las percusiones.

Al pasar a la preparatoria del mismo colegio donde hice la secundaria, algunos de mis amigos se cambiaron de escuela, sin embargo tuve la oportunidad de estrechar lazos con otros compañeros con los que no hablaba mucho. Uno de ellos me presentó ante un género musical que en ese entonces blew my mind: El Heavy Metal. Escuché salir de su reproductor MP3 los increíbles solos de guitarra de Kirk Hammett, las apasionantes letras en voz de James Hetfield, el estruendoso bajo creado por grandes músicos como Cliff Burton, Jason Newsted y por supuesto Robert Trujillo y la poderosa batería de Lars Ulrich. Tenía ante mí el sonido que estaba buscando, Metallica. Inmediatamente me volví un fanático de sus canciones y del género, descubriendo otros grupos para mí desconocidos como Iron Maiden, Megadeth, Black Sabbath, Trivium, Lamb of God, etc, etc.

Por ese entonces, un día en un recital de la escuela contrataron a un baterísta para apoyar a una presentación de la clase de guitarra, debido a que la clase de música se dividía ahora en canto, guitarra y posteriormente también percusiones (a lo que entraré más adelante).

Ese día llegó un hombre ensamblando las estorbosas y ruidosas piezas de su set. Un bombo, una tarola, unos toms, unos platillos. Este tipo tenía todo el set completo y yo no conocía el nombre de ninguna de aquellas piezas que integraban su batería, pero, y sin que el hombre fuera consciente, ese día cambió mi vida: Quería una de esas. Esa tarde otro amigo y yo nos la pasamos platicando de lo grandioso que sonaba y de lo cool que sería tener una batería. Ambos conseguimos hacernos de una batería cada quien a los pocos meses y de momento nos sirvió como punto base de nuestra corta amistad.

Así conseguí mi primera batería: Ese impulso momentáneo se convirtió en una ferviente necesidad. Rogué a mi madre que me comprara una batería, y después de mucho tiempo, conseguí que me comprara una para navidad. Es (porque aún la conservo) una batería de las económicas, poco más que cajas de zapatos, pero yo estaba alucinado. Entré en una escuela de música y asistí durante un mes. UN MES. Y eso me bastó para saber que las clases no eran lo mío, yo quería salir y rockear, no saber de partituras, no saber de teoría, yo quería la práctica. Es por ello que me salí de la escuela y me puse a ensayar por mi cuenta, aprendí de la mano de bateristas como Lars Ulrich, como Alex "El animal" González, incluso de bateristas como Meg White. Todos los fines de semana iba al local donde se encuentra mi batería cargado de unos audífonos, un MP3 y muchas ganas de rockear, así fue como aprendí a hacer de la música mi compañera. La primera canción que aprendí de cero fue Enter Sandman de Metallica.

Aprendí muchísimo de esto, pues como dicen, el interés tiene pies, y yo me movía (por Internet sobre todo) hacia más información sobre los baterístas. Afinación, Cuidado de la batería, Maderas, Pedales, Baquetas, Fills, Ritmos, Parches, en fin... Me convertí en un fanático del mundo bateríl. Gran parte de estos aprendizajes se los debo a colegas viruales, una gran comunidad que conocí gracias a la batería, el foro de Batacas.com. Un foro de origen español que sin embargo acortaba las fronteras al poner la música y las percusiones como común denominador.

En segundo de preparatoria se abrió el taller de percusiones como complemento a los otros talleres de música y entré sin dudarlo. Durante segundo y tercero de preparatoria las percusiones se volvieron mis compañeras semanales. Aprendí de percusiones africanas y latinas. Aprendí a tocar solos y ensambles, y sobre todo me divertí. Mucho.

Ya en tercero de preparatoria conocí a un buen amigo que entró a la clase de percusiones. Casualmente (y aún no se bien como o porqué se dieron las cosas) la escuela compró una batería para tener en esa clase, que solamente usábamos por partes como complemento a los djembés. Un día el profesor Fer, de quien por cierto aprendí montones, decidió ensamblar la batería completa y dejarnos tocar. Ese día me lucí, quiero creer, y toqué un solo frente a toda la clase. Mi amigo me dijo entonces que un amigo suyo de la escuela tocaba bien la guitarra y que él también sabía algo, y sugirió aprendernos unas canciones y pedir permiso para presentarnos ante toda la escuela en el festival de navidad. Por primera vez estaba en una banda. 

Esas semanas de preparación  se convirtieron en una etapa muy padre de la escuela, pues así como hice amigos creo que me gané varios enemigos pero aprendí mucho. Resulta que mi "amigo" que se hizo de una batería como yo decidió hacer lo mismo y juntar su grupo, semanas antes habíamos discutido por más ni menos que una chica (como cualquier otra pelea de egos entre hombres, por más primitivo que eso sea), entonces este suceso se convertiría en una guerra de bandas. Presentamos ante los directores en una pre-aprobación y nos quitaron del set una canción a cada grupo por ser "demasiado fuertes" (Escuela religiosa, no pregunten). Ellos decidieron no presentar. Teníamos el escenario para nosotros solos. Inolvidable.


Se acabó la prepa y me dejaron estos recuerdos, seguía la universidad.


La primer conversación que tuve con un compañero de la carrera fue de música, resultó que el era (es) bajista. Se convirtió, hasta la fecha, en uno de mis mejores amigos.

Ese primer semestre fue duro, recayó sobre mí una grave enfermedad durante la cual estuve internado once días de los cuales pasé uno totalmente aislado. Cuando supe lo que tenía y que me iban a internar, lo primero que hice fue agarrar mis audífonos y mi MP3 para llevarlos conmigo. La música se convirtió en un ancla con el mundo real y fue mi compañera durante esos larguísimos días. El día que el piso del hospital donde estaba se puso en cuarentena mi madre tuvo que irse de mi lado, y se llevó mis aparatos para que no se me perdieran o me los robaran pues yo estaba semi-inconsciente.

Fueron horas larguísimas y en un momento de crisis y ansiedad hice lo que pude para recuperar la cordura: me puse a cantar. Recordé dos, tres, diez veces la letra de Maracas, que había escuchado horas antes en voz del grupo Pxndx. Esas frases me mantuvieron calmo y distraído durante ese tiempo de aislamiento y se convirtió entonces esa canción en una de mis favoritas y más entrañables, que me recuerdan lo maravilloso e incluso curativo de la música.

En la universidad tome otra clase más de percusiones como complementaria, ahora aprendí a tocar el djembé. Fue una grata experiencia que me hizo de nueva cuenta conocer amigos y amigas, tuvimos presentaciones con público y aprendí muchísimo del buen profesor Héctor. También tome un pequeño curso-taller complementario a la clase, impartido por ni más ni menos que M'Bemba Bangoura, un maestro de las percusiones (en todo el sentido de la palabra) nativo de Guinea, África, quién mejor para enseñar el arte del djembé como él... 

De la música me he enamorado. Tengo gustos culposos con la música pop y no me da pena admitir que Selena Gomez y Demi Lovato fueron durante algún tiempo mis amores platónicos.  Sus voces fueron mi motivación para hacer ejercicio en épocas donde me quería poner en forma. Y aún a la fecha no subo a un aparato de ejercicio sin un reproductor MP3.

La música es mi musa y mi motivación, mi hobbie y mi proyecto de vida, quiero seguir amando la música y tocando percusiones hasta el día en que tenga canas y use bastón.

Mis gustos musicales han cambiado conmigo, y he disfrutado tanto del metal como del folk, tanto del pop como del rock latino, tanto del jazz como del punk. Soy ruidoso, hiperactivo y dedicado gracias a la batería. Pon un tambor frente a mí, y te aseguro lo querré tocar.

Escribí esto porque hace una semana entré en una banda, un proyecto nuevo del que estoy muy emocionado, un proyecto que tomo con la madurez que he ganado todos estos años con todas las experiencias, y simplemente pretendo con estas lineas darte una perspectiva acerca de lo que la música ha hecho por mí. Espero te sirva de motivación o te saque una sonrisa. Y te aconsejo, toma un instrumento musical y trata de ser el mejor en él, te aseguro que todas esas horas valdrán la pena.



"La música está en todos lados, solo debes escuchar" - August Rush.


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